-Dedicado a: L.L.C.S
Todo se remonta a una friolenta tarde del mes de septiembre, en las afueras de los salones de la A.F.T (Por motivos de hechos, no revelaré algunos locales), y estaba esperando a la musa café, con un poema en mi mano y con una pluma que quería rayarlo y dibujarla nuevamente.
También estaba con mi libro de psicología del comportamiento del consumidor. Eran las 18:15 minutos, ya había salido y se suponía que debía venir al lugar de encuentro, pero no apareció. Su orgullo la había vencido y se me salieron unas lágrimas que se extinguieron en el piso de cemento de dicho local.
Ya estaba por irme, me puse mi casaca y mis audífonos, decidí dar una vuelta antes de volver a mi reunión grupal de la universidad.
Salí del local volteé -por alguna razón- a la derecha y justo llegaba otra persona que me emocionó ver; era L.L.C.S. sabía que estaba destrozado y me dio el mejor abrazo de ese mes; parlamos un rato, se meditó y nos reímos.
No les mentiré, tenía miedo, sudaba un poco por la vergüenza que le implantaron con un rumor y nadie nos podía ver juntos. A pesar de eso arriesgamos.
Esa caminata fue bien tranquila, debatimos sobre su baile de promoción, sobre su sonrisa momentánea y sobre mi estrés de la universidad, atravesamos la plazuela "El recreo"; (me tomó del brazo porque le temía a ese lugar); y llegamos a nuestra despedida, nos abrazamos fuerte le agradecí por haberme dado vida aquella tarde.
Nunca pude agradecerle y le dedico esta historia. Esté donde esté ella ahora.
Fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario